lunes, 8 de abril de 2024

Por amor al prójimo...

 

 

La foto viene de un muro amigo. En principio, me alegro. Aunque lamento no saber dónde y cuándo se escribió esta frase. Sea como sea, hace mucho que Arturo Jauretche nos informó y nos formó respecto al rol de la alegría en ciertas luchas. Se me ocurre que, sin llegar a tanto como revolucionaria,  la sonrisa suele ser solidaria. Incluso: compañera. Si es sincera... Y si es sincera, resulta irresistible. Te lleva puesto. Me puedo subir a tu sonrisa sincera como a un trapecio y saltar confiada. Ahora, si de tiempos de crisis estamos hablando, esa sonrisa que no es postura ni mueca ni estupidezrequiere ciertas condiciones. Más de una, en realidad, pero tengo en mente algo preciso. 

Sucede que junto con esta foto, me/nos llegan a diario noticias que no son noticias, noticias que son más bien formas de escupir lo que otros escupen. Ejemplo: tal o cual personaje de la vida política nacional (pasa en todas partes) ha dicho una barbaridad y no falta el conocido o –en este caso es peor– el amigo que replica los dichos al infinito. ¿Con qué fin? ¿Pensará que no estamos enterados? ¿Hay forma de escapar a la infamia? ¿Qué pretende el conocido o –insisto: esto es peor– el amigo cuando nos reenvía esos exabruptos? ¿Qué tipo de bien nos está deseando? ¿Nos desea algún bien? Y esa, digamos, “información”, ¿me vuelve más eficaz en mi lucha contra la infamia? ¿Me hace más solidario? ¿Más “revolucionario”? O, volviendo al punto, ¿me ofrece la posibilidad de una sonrisa? 

Al fin, ¿qué necesito saber? ¿Para qué? Y si de lograr algo juntos se trata, algo que sea un cambio significativo, ¿no tendría que estar informándome de otras cosas? Informándome, reflexionando un poco, pesando el pro y el contra… 

Conocidos, amigos: antes de apretar la opción “reenviar”, revisen por favor su propósito. Consideren el daño que pueden hacer ¿creyendo hacer un bien? ¿Por amor al prójimo? O, es otra opción: no me quieran tanto.

 

Cándida

 

 

lunes, 1 de abril de 2024

Tercera edición

 

Circular La Vereda - 24 03 24


Circular La Vereda - 24 03 24

Circular La Vereda - 24 03 24

domingo, 24 de marzo de 2024

Vivir el arte en comunidad

Tras los anuncios sobre recortes y despidos que afectan los talleres culturales en los barrios, recordamos sus inicios  

 

Circular La Vereda - 24 03 24

Plan cultural en barrios

1984

Democracia joven… poco tiempo para curar heridas.

Un grupo de delirantes de la cultura nos hicimos fuertes, cerramos los ojos y los oídos pero no nos callamos. Nos habían convocado para formar parte del equipo de docentes de áreas artísticas del Plan Cultural en Barrios de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.

Lo cierto es que había transcurrido muy poco tiempo en Democracia desde diciembre de 1983. ¿Se podría restañar heridas?

Apostamos al arte para intentar desterrar el miedo, el ostracismo, la censura y la autocensura que nos tapó la boca, nos cerró los ojos para sobrevivir.

Con ese espíritu nació el Plan Cultural en Barrios. Las escuelas de la Ciudad nos cedieron sus aulas a contra turno y se invitó a chicos y grandes para que se inscribieran en talleres de literatura, pintura, folklore y muchos más. Cuento mi experiencia: coordiné un taller de literatura para adultos

Grande fue mi sorpresa cuando les pregunté por qué querían escribir.

La respuesta fue: Para “ensayar” ser libres, desterrar el miedo a la palabra, decir lo que sentimos y pensamos. Textuales palabras o aproximadas de Ernesto, Nélida, Julia, Antonio y otros más. Los primeros trabajos eran elípticos, la metáfora sustituía la mención de situaciones concretas.

Me decían: “No puedo contar que vi como a un pibe joven lo chupaban en el café. ” “Mejor digo: vi a un pájaro que cayó en la red del tipo loco que torturaba cantos”.

Tenían miedo, miedo de hablar, de expresar situaciones, de atreverse a contradecir órdenes injustas. Era preciso guiarlos para que sus emociones, pulsiones, ideas, contradicciones se pusieran en palabras.

Fue un largo proceso, de idas y vueltas, de darles herramientas como escritores para apoyarse en lo que un “oficio” aunque vocacional les presentara el desafío de hacer LITERATURA con mayúscula.

Algunos que transitaron la experiencia lo lograron, otros viraron hacia otras expresiones artísticas. Lo más importante es que disfrutaron de la experiencia de compartir con otros sus historias, sus sueños y utopías… Y de a poco el miedo se fue diluyendo… muy de a poco.

Quitar esos espacio de reflexión y creación, en este caso que relato desde la escritura, es retroceder muchas décadas.

El plan Cultural en Barrios no puede dejar de existir, es matar un proyecto que da vida a los mayores, que permite canalizar vocaciones, que da sentido a la vida de mucha gente de todas las edades que necesita vivir el arte en comunidad.

Sería un crimen (me atrevo a decir Institucional) que nunca tendría castigo para quienes cercenen este espacio de la Cultura. 

 

Lita Llagostera

Circular La Vereda