miércoles, 16 de marzo de 2022

"Solo tenía un montón de lágrimas en los ojos" - J. Korczak

 


Complemento número dos

El poeta es un ser que sabe tener grandes alegrías, pero que también sabe sufrir mucho. Se enoja con facilidad y ama con todas sus fuerzas, siente fuertemente las emociones y sabe compadecerse. Los niños son como él.

El filósofo, por su parte, es un ser que reflexiona mucho y que quiere a toda costa conocer la verdad sobre cada cosa. En este caso también, los niños son como él.

Es difícil para los niños decir lo que sienten y en qué piensan, porque hay que expresarse con palabras. Y es aún más difícil escribirlo. Sin embargo, los niños son poetas y son filósofos.

Complemento número tres

Es el relato del pequeño Victor que tiene cinco años. Ya publiqué dos veces este relato pero en libros que son para adultos. Es un relato difícil de entender porque Victor tenía prisa y porque tenia los ojos llenos de lágrimas cuando me contó cómo fue que un soldado había matado a un perro llamado Foks.

Escuchen el relato de Victor:

“Las manzanas –vi las manzanas– todas pequeñas así – los árboles grandes así y había un perro así. Cayó una manzana y no se movió, duerme – viene mamá, yo quiero hacerlo solo, más allá hay una silla, hay el perro, un perro, mordió así, tenía dientes muy puntudos, entonces, el perro duerme y mordió – hay que matar al perro, mordió – allá, hay una señora –, el perro tiene dientes así, me olvidé cómo se llama, se llama Foks, mordió, la sangre, el hueso (…) y entonces el soldado vino – ¡pan! El perro – ¡Pan! Era lindo el perro – lindo, lindo, tan lindo…”

Y este es el relato de Stefa. Tiene nueve años. 

“Cuando volvimos a la casa, allá, del otro lado de la barrera, donde hay unas rejas, había un pájaro en el suelo. Después, Roma quiso tomarlo y yo lo vi; quise tomarlo y lo tomé a través de las rejas. – Cuando lo recogimos, todas las chicas se juntaron alrededor y lo miraron. Después, lo trajimos aquí. Tenía plumas blancas  y grises así, su pico estaba ensangrentado y sus párpados estaban todavía abiertos – Lo trajimos aquí y las otras chicas lo enterraron. – Hicieron un pequeño hueco en el patio, lo envolvieron con papel y lo cubrieron con tierra. A lo mejor es algún chico que lo mató a propósito. Tenia el pico agujereado y su cabeza todavía se movía – Rutkowska casi lloró. – Ella, cuando ve alguna cosa, acaricia con la mano – ya quería llorar, pero no lloró, solo tenía un montón de lágrimas en los ojos.”

Así es la poesía de los más jóvenes. 

Janusz Korczak 

 

Las reglas de la vida, 1929. Traducido de la versión francesa.