miércoles, 24 de noviembre de 2021

Esto no es un cuento

En el año 2020, producto de la situación sanitaria que sabemos, un puñado de libros que hasta entonces vivían en “El patio de los libros” quedaron aislados. Ninguna niña, ningún niño podía ya entrar al patio y los libros estaban muy tristes porque nadie los leía. Conversando entre amigos, al tiempo, ni bien se pudo un poco “algo”… surgió una idea. Algo así como una fuga amorosa que protagonizaron los libros... de la mano de las chicas y los chicos de mi barrio.

Hoy los libros vuelven al patio felices de tanto camino recorrido. En el mismo patio, se los podrá encontrar cada vez que sea necesario. 

   


viernes, 12 de noviembre de 2021

Patio de los libros - 2022


El PATIO DE LOS LIBROS es una propuesta dirigida a las infancias que se viene desarrollando en Villa del Parque desde hace varios años. Se trata de ofrecer una oportunidad a los libros… de encontrarse con chicas y chicos que no son todavía muy lectores. La propuesta parte de los libros y sigue por donde nos llevan las lecturas. A veces a la música, a veces a las artes plásticas, al teatro, a un paseo por el barrio, a conocer a alguna vecina, algún vecino.

Durante la pandemia, la experiencia del Patio se vio enriquecida por otras propuestas afines como pudo ser LIBROS EN LA VENTANA, espacio de lectura y de préstamo de libros al aire libre, VENTANARTE, espacio de muestras donde los chicos al día de hoy pueden llevar y exponer sus obras, también por el programa UN VERANO DIFERENTE que reunió a nuevos amigos, todos vecinos, todas hermosas personas que aportaron con su tiempo y su talento. Algunos de ellos son visitantes frecuentes del Patio. Por eso, si bien en esta propuesta los libros son la clave… lo son a la manera en que esa clave nos abre puertas… ventanas… para disfrutar lo que se encuentra un poquito más allá.

Los talleres son gratuitos, los cupos limitados. La frecuencia una vez por semana y en semana. Día a definir. Horarios: 17.30 h – 19.00 h. Estaremos anotando en marzo 2022 para empezar en abril. Pueden contactarnos cuando quieran. Estamos a cargo: Laura (docente, irremediable enamorada de los libros), Antonia (traductora, sufre de la misma enfermedad irremediable que Laura). Contacto: antoniagarciacastro@gmail.com

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Una casa de Flores

 

Desde hace tres años que voy regularmente al barrio de Flores. A un sector específico más o menos ubicado en el cruce de Rivadavia y Nazca que ahí deviene San Pedrito. Si me apuran diría que es la peor parte de Flores. La más bulliciosa. Un mar de personas la transitan también. Todo ahí es ajeno al barrio que uno añora con los ojos de Arlt y los del Profesor… Sin embargo hoy sucedió algo insólito. Venia caminando por Yerbal como lo vengo haciendo desde hace tres años… con resignación… No me gusta Yerbal pero mucho peor es salir a Nazca… En eso estaba cuando veo algo que nunca antes había visto… un paso peatonal… en la calle Terrada… un paso por Terrada que me permitía cruzar las vías del tren y en vez de huir por Nazca… hacerlo por Terrada que es lo más parecido a una calle de pueblo. ¿Cómo fue que nunca antes vi ese paso? Como disculpa… creo recordar que durante un tiempo hubo en esa esquina de Yerbal y Terrada una obra… quizás el andamio no me dejó ver… quizás los caminos se abren o se cierran a propósito según los pasos que tengamos que dar… y no los elegimos nosotros… Me gusta pensar que durante tres años hubo ahí una pared hecha de bruma que no me dejó ver y que hoy se disipó. Atravesé las vías del tren maravillada por la perspectiva de evitar el infierno de Nazca y ponerme a salvo en esa suerte de realidad paralela de la calle Terrada. Y en eso estaba bajando las escalinatas cuando alcé los ojos y me encontré con una casa. Una casa de Flores. Una auténtica casa de Flores. Me impresionó la visión de la casa por lo bella. La recorrí con la mirada y vi que había algunas letras. No veo bien (de ahí esta historia….). Pero veía sí que había letras… letras… familiares… Letras… que formaban… mi nombre...

 


 

miércoles, 27 de octubre de 2021

"El cartero del rey"

Creación colectiva - Sobre textos de J. Ortega y Gasset y R. Tagore - Pinturas y preguntas hechas por las chicas y los chicos del Patio de los libros, talleres 2021.

 

 


domingo, 10 de octubre de 2021

Vivir, osar vivir

 

Vivir, osar vivir

palabra desnuda

entre tanto escombro.

 

 

Rosa Cedrón

La casa de las luciérnagas

domingo, 3 de octubre de 2021

Oda a lo pequeño

Agradecemos a Denise este bello descubrimiento que acompañará los días... y las noches... de algunos empecinados habitantes del patio...

jueves, 26 de agosto de 2021

¡Avanti, Morocha!

“Cuando el hombre logró ponerle pedales a su propio equilibrio, inventó la bicicleta”, escribió García Márquez hace más de 70 años y sigue siendo la mejor definición sobre el génesis de uno de los artefactos más lindos del mundo. Junto con los libros y las mochilas, las bicis tienen la virtud de ponernos en situación de viaje porque, por más que el traslado sea breve, resulta difícil pensar en que el/la ciclista esté tomado/a por cualquier tipo de humor espeso.

Así como la natación aliviana la densidad corpórea, al bicicletear nos liberamos de ciertas adherencias viscosas que nos acompañan mientras no pedaleamos. Inclusive hay una felicidad anticipada desde el momento en que nos montamos en la bici, como si ya sintiéramos los armónicos placeres de un movimiento que tiene mucho de musical: hay ciclistas chopinianos –mis preferidas/os-, los hay mozartianos, están los valseados, los canyengues, los rolingas y tantos más.

Lo que no hay es especímenes sordos al silbido melodioso de su propia dicha ciclista. Esto forma parte del prodigio de haberle puesto pedales al equilibrio, y emparenta a los amantes de la bici con los mochileros y los lectores en el sentido de que es raro verlos ofuscados. Más bien sucede que en los tres casos las contrariedades llegan de afuera: los ruidos que dificultan la lectura, las complicaciones que el mundo burocrático suele imponerle a quienes portan mochilas, y los pinchazos que cada tanto afectan a los ciclistas. Para estos últimos, el caso más grave es –sin dudas– el afano de la bici amada, cuya pérdida se vive como angustiosa y súbita orfandad.

No hay ocasión más triste para visitar el templo –la bicicletería– que cuando acudimos a ella para procurarnos una nueva bici que reemplace la que nos fue hurtada. Es muy probable que antes de ese día nos dé alcance la bondadosa solidaridad del amigo fiel que trae la que él tenía arrumbada en un garage por falta de uso. Aún así, el encuentro con el bicicletero es parte del trabajo de duelo que fuimos postergando: ¿cuál elegir, la que más nos gusta o mejor una que no genere tentación?

Juntados los mangos y superado el trance, viene toda esa etapa de adaptación no exenta de trastornos –chirridos nuevos, el asiento no tiene la altura adecuada, los cambios pasan con cierto esfuerzo–, todo lo cual nos pone al borde de la lírica de la nostalgia. Sin embargo, ya estamos pedaleando de nuevo y ello nos va sintonizando con nuestro latir ciclista y con esa sinfonía que sólo escuchamos al bicicletear.

Andar en bici es una de las tantas maneras de transitar por la vida, un particular estado de ánimo que hasta resulta contagioso cuando lo vemos en las películas. Cada quien elegirá la escena ciclista que más le cuadre: sin descartar otros recortes, en mi caso haría un compilado con las de Nina Hoss, la actriz que acaso más fotogramas haya pedaleado.

Es por eso que nos regalan bicis o las regalamos, que las subimos en los andenes urbanos o las despachamos para reencontrarnos con ellas en un balneario… ¡Si hasta llegamos a comprarnos una “playera” en plena abstinencia veraniega! Y por favor no me digan que mejor es caminar o trotar, o cualquier otra chapucería al uso entre los cultores del bienestar físico. La bici es otra vaina: es tan espiritual como bailar con la propia sombra, y volver a decir cada vez: ¡Avanti, Morocha!

 

Carlos Semorile

 

lunes, 2 de agosto de 2021

Mariposario

 

En el barrio tenemos una amiga que ciertas mañanas espera el vuelo de una mariposa. Se levanta, ha asistido a todo el proceso, sabe donde tiene que poner los ojos y la espera. Es inutil darle cita a esta amiga en uno de esos días, porque no se moverá de su banquito hasta que la mariposa no salga, no despliegue alas. No vuele. A pocos metros de ahí, dos o tres cuadritas más allá, vive Florencia, quien durante un largo tiempo preparó lo suyo. Para saber más sobre este Mariposario, de autoría compartida, madre e hija, se le puede escribir (Flor.knoblovits@gmail.com). 

También se puede consultar vía Instagram (AQUI). O seguir las pistas que ofrece esta otra creación. Y así...

 

 


sábado, 31 de julio de 2021

Arte al paso


Tras un largo tiempo de en casa estar.

Por culpa de un virus sin piedad.

Obedecemos protocolos para poder estar.

Cada vez más aislados de los demás.

Después de tanta oscuridad.

Surgió un faro de amistad.

Creamos lazos de felicidad.

Compartimos momentos de creatividad.

Canciones al paso, lecturas y más. 

Sembramos girasoles que despiertos ya están.

Disfrutamos momentos para recordar. 

Y en las veredas volvemos a jugar. 

Un verano diferente, entre árboles, juegos y talleres. 

Que el viento nos lleve al encuentro. 

 

Luca Fucci Ugarte (13 años)

 

 




La experiencia de las Muestras al paso se desarrolló durante el año 2020 en Villa del Parque y otros barrios, así como "Un verano diferente" (2020-2021). Ambas experiencias de encuentros barriales tomaron en cuenta las normas sanitarias vigentes. Se reproduce el texto completo y algunas imágenes del libro miniatura realizado por Luca que participó en estas propuestas vecinales.