Tal vez
tenemos tiempo aún
para ser
y para ser justos.
De una
manera transitoria
ayer se
murió la verdad
y aunque
lo sabe todo el mundo
todo el
mundo lo disimula:
ninguno
le ha mandado flores:
ya se
murió y no llora nadie.
Tal vez
entre olvido y apuro
tendremos
la oportunidad
un poco
antes del entierro
de
nuestra muerte y nuestra vida
para
salir de calle en calle,
de mar en
mar, de puerto en puerto,
de
cordillera en cordillera,
y sobre todo
de hombre en hombre,
a
preguntar si la matamos
o si la
mataron otros,
si fueron
nuestros enemigos
o nuestro
amor cometió el crimen,
porque ya
murió la verdad
y ahora
podemos ser justos.
Antes
debíamos pelear
con armas
de oscuro calibre
y por
herirnos olvidamos
para qué estábamos
peleando.
Nunca se
supo de quién era
la sangre
que nos envolvía,
acusábamos
sin cesar,
sin cesar
fuimos acusados,
ellos
sufrieron, y sufrimos,
y cuando
ya ganaron ellos
y también
ganamos nosotros
había
muerto la verdad
de
antigüedad o de violencia.
Ahora no
hay nada que hacer:
todos
perdimos la batalla.
Por eso
pienso que tal vez
por fin
pudiéramos ser justos
o por fin
pudiéramos ser:
tenemos
este último minuto
y luego
mil años de gloria
para no
ser y no volver.
Pablo Neruda