“El “duelo” […] es más bien la continuidad de la relación con la persona desaparecida: como si ella se aproximara. Porque con la muerte no se produce un simple hacerse invisible, es también el paso hacia una visión en profundidad: la muerte no sólo arrebata, también algo se acerca de una forma nunca experimentada antes […] esta recepción hasta entonces imposible, se da escuchando el mensaje que surge de quien ha callado:
¡Escucha el soplo! El mensaje ininterrumpido hecho de silencio*
[…]
Está el ser querido que yace en la paz de su tumba, y es quizás el más llorado por su muerte; y está el otro que, a cada cosa que nos ocurre, responde con vivacidad, en diálogo […].
Lou Andreas-Salomé
Rainer Maria Rilke
* Rilke, Elegía primera.