“No digo que sea una verdad. Pero
sí una posibilidad. La función de un libro, a lo mejor, es acompañar. No
enseñar, no revelar, no entretener. Todo eso puede ser, son otras posibilidades.
Me imagino que no hay porqué elegir entre unas u otras. Pero me resulta
reconfortante pensar que la función de un libro es acompañar. Exactamente como
dos amigos pueden acompañarse uno a otro. Caminar un rato. Hablar o callarse.
Hablar y callarse. Escuchar al otro. Sentir la suerte que uno tiene porque ese
otro, es amigo. Es amiga. Llevarlo del brazo. Llevarla. O que te lleve. Todos
los libros que he amado se parecen a mis amigos. Son amigos. Entonces la cuestión
sería, para el que escribe un libro, cómo se quiere acompañar. Si uno va a
andar a los gritos, golpeando las mesas, diciendo: he aquí una verdad. O si uno
se va a poner a un costado, para que en el libro de uno, se expresen los demás.
O… etc. Las posibilidades deben ser infinitas”.