"Hay músicas desamparadas. Músicas sin domicilio fijo, músicas sin techo.
Músicas que son como esos próceres que después de haber batallado
durante una vida en pos de las mejores causas murieron en un país lejano
llamado olvido. Músicas a las que les debemos –no sé exactamente en qué
parte– algo de lo que somos y –como dice el tango– algo de “lo que
soñamos ser”. Músicas que no van a tener otro lugar donde alojarse como
no sea el que podemos darles en nuestro corazón (...)"
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