viernes, 28 de octubre de 2022

"Deseo que recuerden todo el cariño..."

 

Ya pasaron más de cuatro años desde aquella carta colectiva que enviamos a nuestros amigos extraviados Glen y Declan para invitarlos a retomar el contacto porque “el tiempo pasa, la etapa es dura para todos, y es una pena no vernos y acompañarnos”. Era un llamado y un pedido, ambos esperanzados, porque sentíamos la ausencia y no nos la explicábamos dado que no habían ocurrido disputas ni agrias rupturas.

 No existiendo rencores ni cuentas pendientes escribí, ya a título personal, que “Ojalá respondan, y finalmente nos veamos. Pero en el caso de que no lo hicieran, deseo que recuerden todo el cariño que nos hemos brindado y todo aquello que aún tenemos en común”. Como esa respuesta no llegó –y no hace falta decir que la época trajo novedades poco favorables para la mayoría–, tal vez debamos cuestionarnos si era verdad aquello de que aún teníamos cosas en común.

 Acaso una lectura posible sea ésa: los vínculos se van deshilachando cuando, pese a todos los intentos por mantenerlos vivos, ese territorio compartido se dispersa en parcelas que ya no tienen cohesión. No hay malquerencia, tal vez ni siquiera se ha perdido el antiguo afecto, pero lo cierto es que no existe el cultivo de ese hábitat que nos cobijaba de manera pareja –o al menos eso queremos creer–.

 Todos alguna vez fuimos llamados a encuentros a los que no acudimos porque no nos sentimos interpelados, y a su vez convocamos a citas en las que fuimos desairados. No me digan que nunca es triste la verdad. Digamos más bien que hicimos el intento y que no pudo ser.

 

Neil Collins

 

jueves, 20 de octubre de 2022

"La tierra se extendía en silencio..."

 ¿Se acuerdan? Había un jardín que no tenía flores pero que luego tuvo. Y había Laura… que algunos de ustedes conocen. Sé que no lo habrán olvidado. La anormalidad de la post-pandemia no nos quitó el jardín de Laura. Ni a Laura. Siempre podemos ir. Este martes fuimos. L. y P. 10 y 9 años no conocían. “¡Arriba! Vamos”. Al jardín de Laura… se sube… Pregunta de ambos: “¿se puede?” Respuesta: sí, se puede. Ponemos la mantita que hemos llevado, nos acostamos. “¿Nos acostamooosss?” Sí, esa es la forma más bonita de observar el cedro en el jardín. Y de escuchar. Cositas que pasan. Luego Laura (no confundir las Laura) lee un cuento. Luego: operativo poético como ustedes ya conocen, no es novedad… Pero para ellos sí. Nuevamente: “¿se puede?”. Con ojos muy abiertos. Justo hace poco estuvimos hablando con una muchachita acerca de lo que se puede y no se puede en los muros, en las veredas. Pero este martes lo que llama la atención -más allá de los muros- es la conciencia que tienen algunos niños (¿muchos niños? ¿cuántos?) de lo que NO se puede… 
 
Años atrás, muchos años, en el patio, una nena queriendo escribir una frase en grande en una hoja de papel se dio cuenta que no le iba a caber completa. Se le sugirió que hiciera doblar la frase. Como se dobla en una esquina. (Eso no sirve para los papelógrafos, conste; pero esto era un dibujo, eran palabras dibujadas en papel, ¿quién podía impedirlo?). Otra vez la frase con sus ojos abiertos: “¿se puede?”.
 
“La tierra se extendía en silencio”, decía el cuento.

 

 

 Patio de los libros

 

sábado, 8 de octubre de 2022

Cosas vistas

Ayer en el parque Rivadavia, mientras recorríamos los puestos de libros, sucedió esta escena. Una nena, tendría quizás tres años, salió de no se sabe donde con un libro entre las manos llamando a la madre que se había adelantado de unos pasos. “¡Gusta mamá gusta!”. La madre escuchó e interpretó que el libro no le había gustado. Quizás por deformación profesional se hizo necesario traducir y deslizar como al pasar que el libro sí había gustado. Mucho. La emoción de la nena irradiaba. “¡Gusta mamá gusta!” Y casi casi que había algo desgarrador en esas tres palabras, en su tono, algo que nos hizo girar la cabeza y nos sacó de nuestras propias búsquedas. Es bello encontrar lo que se busca pero más bello es encontrar lo que ni se busca ni se sabe. Esa maravilla que de pronto acontece. Era una nena pequeña, toda su persona pasó corriendo frente a nuestros ojos concentradita en ese único fin. Dar aviso. Decir quizás con la boca, con las manos, con el cuerpito todo, que no era posible salir del parque sin llevar el libro. La madre escuchó, comentó algo acerca de la belleza del libro y juntas desandaron el camino.

 

 A.