Un puñado de jóvenes que habían dejado sus juegos infantiles –el menor tiene catorce años y los mayores casi veinte–, comenzaron a elegir otros juegos, otras formas de jugar la vida. Todos ellos son gustosos de andar leyendo o escribiendo por ahí.
En esa búsqueda se encontraron un domingo queriendo armar una editorial y les gustó, entonces repitieron ese encuentro otro domingo, y otro y todos los domingos que quedaban del otoño, los del invierno y los que van de la primavera.
Seguramente compartieron sus escritos, tal vez leyeron otras cosas, discutieron, proyectaron, seleccionaron qué publicar, cómo hacerlo, qué nombre ponerle, dónde, cómo y cuándo presentarse; ultimaron todos los detalles y se pusieron en marcha.
La otra noche los vi alrededor de una mesa armando su primer librito –ellos me pidieron que lo llame así. Mariano ordenaba las hojas y se las pasaba a Nacho –pequeño– para que las abrochara, Clara preparaba las tapas, Majo los enumeraba, al principio Camila amasaba pizzas e intervenía opinando, luego se ocupó de la guillotina. Se escuchaba una vieja máquina de coser que armaba bolsitas con un liencillo que había sido teñido y estampado por ellos. Cuando se cansaban cambiaban de tarea y seguían.
La charla era de lo más variada y circulaba con fluidez, igual que las pizzas y las partes del librito que se iban encajando. Cada tanto se escuchaba una puteada de Nacho porque la abrochadora no respondía a sus comandos o alguien que preguntaba: –¿Cuántos vamos? – ¡Dieciséis! Algunos festejaban y Mariano, con voz grave, decía: faltan ochenta y cuatro…
Fue emocionante verlos, escucharlos, sentirlos.
El domingo 13 de noviembre de 2011, en El galpón de las artes de Mar del Plata, con un evento que han dado en llamar Festigramillo, estos jóvenes presentan a Gramilla Editorial Independiente y a su primer librito Puerta de entrada.
Si se te cruza un puñado de jóvenes que dejaron sus juegos infantiles, detenete a observarlos, escuchalos, abriles la puerta si quieren entrar, disfrutalos; ellos no son el futuro, son el presente intenso, vivo, maravilloso.
Cecilia Vaisman