El viernes 27 de mayo en la
facultad de ciencias sociales de la UBA hubo un encuentro. El tema:
“Restauración conservadora y nuevas resistencias en Latinoamérica”. Los
oradores: Álvaro García Linera, Emir Sader y Eduardo Rinesi. El evento,
convocado por la fundación Germán Abdala (Estado, políticas públicas y
relaciones del trabajo), inauguraba un espacio que propicia el debate y la
unión de sectores que hoy son oposición y que, siendo oposición, defienden un
proyecto político propio.
Desde muy temprano quedó claro
que el evento tomaría carácter de acto político. El encuentro fue masivo. Hubo
banderas y bombos. Una pantalla gigante, en medio de la universidad, difundió
las intervenciones. Diversas generaciones concurrieron. De alguna manera, se
reprodujo algo de lo vivido durante más de una década a cielo abierto, ahora en
otro contexto y en el espacio cobijado de una universidad que ampara a sus
ciudadanos; no tanto para adherir, no sólo para oponerse, sino para repensar el
cómo seguir siendo portadores de otra idea de país, de región, de continente.
Entre los invitados especiales:
ex ministros, diputados, artistas. Uno de esos artistas supo ser la voz de un
personaje de una película muy popular entre los niños argentinos. Decía ese
personaje (“El Loco”): “¡muchachos! ¿No se dan cuentan? ¡Lo que nos une es
mucho más que lo que nos separa!”. Algo de eso había en el ambiente, en el
auditorio Roberto Carri, que recuerda al sociólogo desaparecido durante la
última dictadura militar. Diversas tradiciones políticas se hicieron presentes:
tanto del lado del público como del lado de los oradores.
Sin restar mérito a ninguno de
ellos, es un hecho que la presencia del vice-presidente de Bolivia, generó una
enorme expectativa entre los jóvenes y los no tan jóvenes, incluso entre los
niños presentes. Es posible que en los próximos días algún medio publique parte
o todas las presentaciones y/o que circulen en internet grabaciones del
encuentro. Ojalá. Ojalá el lector de este diario* pudiera también escuchar lo
que se dijo. No porque sea palabra santa. Sino precisamente para seguir
pensando (mejor la cosa). Lo hecho. Lo por hacer.
En síntesis y retomando sólo
algunos tópicos de las intervenciones.
El profesor Eduardo Rinesi
(filósofo argentino) enfatizó la dimensión restauradora de la derecha que hoy
gobierna en Argentina. Singularizando el momento actual como un capítulo
fundamental de la historia de la democracia. Repasando diferentes períodos del
siglo XX, que revelan diversas concepciones de la democracia, apeló a defender
lo mejor de la tradición democrática argentina, tal como se expresó en la
última década: en su valorización de la libertad, en su modo de conjugar
libertad individual y libertad de un país. Una forma de concebir y ejercer la
democracia que Rinesi llama republicanismo popular. Insistiendo en la necesidad
de no dejarle esa palabra –república, cosa pública, cosa de todos– a la
derecha.
Emir Sader, sociólogo brasilero,
dedicó una parte importante de su conferencia a retomar algunos de los
episodios que llevaron a la destitución de la Presidenta Dilma Rousseff. Junto
con analizar aspectos específicos de la coyuntura brasilera, el sociólogo
enfatizó la necesidad de seguir profundizando y valorando la lucha de ideas. No
como aquello que se opone a la práctica sino como un todo indisociable.
Por su parte, Álvaro García
Linera, agradeció la posibilidad de ser parte de un encuentro que tenía como
finalidad compartir lecturas sobre lo que está pasando en América Latina.
Momento que caracterizó como un estancamiento de una década virtuosa
protagonizada por gobiernos progresistas. Recalcando que los sectores de
derecha siempre van a hacer lo posible por atacar estas experiencias, su
intervención se centró sobre lo que estima ser los puntos débiles de dichos
gobiernos progresistas.
Entre éstos: la cuestión de las
contradicciones en el ámbito económico, la primacía de la cuestión económica
cuando ya no se es oposición sino que se es gobierno; la capacidad de conjugar
el imperativo de solvencia económica con una opción preferencial por los
sectores populares, tratando de ganar a los sectores empresariales pero
sabiendo que, a lo sumo, se los podrá neutralizar pero nunca “tener de nuestro
lado” porque “la derecha nunca es leal”.
Un aspecto central en su
argumentación fue la cuestión de que no puede haber una distribución de la
riqueza sin una politización de los sectores favorecidos. De tal manera que lo
que se logre no sea meramente una ampliación de la capacidad de consumo de
estos sectores sino, conjuntamente con una ampliación de los derechos, un
verdadero proceso de transformación. Proceso de transformación que, para García
Linera, es cultural, es ético, y que, en repetidas ocasiones, ha expresado en
términos de la necesaria elaboración de un nuevo sentido común.
En esta parte de la conferencia,
dialogando, en especial, con Eduardo Rinesi, recalcó que ese nuevo sentido
común es necesario para que la democracia participativa sea algo más que un
“espasmo”. Algo más que la revuelta o la exaltación de un momento cuyo
escenario principal es la calle, la plaza, la asamblea. En un paréntesis,
referido a quiénes son los actores fundamentales de estos procesos, García
Linera subrayó la necesidad de no sobrevalorar la carrera política por sobre
otras actividades. Resaltando el rol de los dirigentes barriales, de los
dirigentes estudiantiles, de los periodistas, en especial de los periodistas
radiales. Y, de manera general, de todos los oficios, de todas las actividades
que contribuyen a forjar opinión y a desarrollar ese nuevo sentido común por el
que aboga. De lo que se desprende que no hay escenario demasiado pequeño, ni
actividad desdeñable, ni actor que pueda ser considerado nimio, ahí donde hay
comunicación y propuesta de otro modo de ver y hacer las cosas.
Otro tema crucial de la
intervención fue la necesidad de repensar los liderazgos en la región.
Subrayando la importancia del líder, de la subjetividad del líder, su rol en la
conducción de los procesos de transformación pero abogando por la necesidad de
trabajar en la elaboración de una nueva forma de liderazgos colectivos que
pueda darle continuidad a los proyectos. Sin asustarse por los retrocesos
acontecidos pero sabiendo que ni el fin del mercado, tal como se conoce hoy, ni
el socialismo se decretan. Que aun cuando se resuelvan o se encaren de otra
manera éstos y otros temas, que aun apuntando a la construcción de un poder
económico de los sectores populares, se habrá llegado a una propuesta
socialista sino a una propuesta post-neoliberal. Por último, sin que este fuera
el punto considerado menos importante en su intervención –al contrario– la
cuestión de la integración económica latinoamericana como gran reto hacia el
futuro en un estado continental plurinacional.
Al salir del evento, una persona
se acercó a un artista que había estado sentado, al igual que ella, en calidad
de público. Le dijo así: “me vuelve el alma al cuerpo, verte acá, saber que
estuviste”. No parece exagerado decir
que fue un sentimiento compartido. De unos con otros. De unos frente a otros.
De todos con todos los que creemos en la necesidad de trabajar día a día, en
todos los escenarios habidos y por haber, por la elaboración de un nuevo
sentido común que sostenga las luchas y las construcciones políticas de las que
somos parte.
Antonia García Castro
*Originalmente presentado en Diario Universidad de Chile