viernes, 6 de mayo de 2016

Juan y María se amaban



Hace unas semanas recibí una consulta vía féis de una mujer que me preguntaba si estaba emparentado con los Semorile de Baradero. Le dije que sí, y le comenté con cuáles de ellos. Ella me dijo que había sido amiga de mi padre y de mi tío, pero que luego los había perdido. Pasaron unos días hasta que volvió a escribirme, esta vez al mail: “…lo que para vos fue una sorpresa, es para mí una emoción muy pero muy fuerte que me volvió a mis 15 (…) cuando deje de llorar, si querés, te cuento una historia del pasado, viva en mi corazón…". Hubiese querido enterarme ese mismo día, pero comprendí que no era taaan sencillo y le respondí: “Cuando vos puedas y quieras me contás..., yo espero tu relato con ansias pero a la vez con paciencia, si hace falta...”.

Pasaron un poco más de dos semanas hasta que volvió a escribirme, esta vez para contarme su historia bajo nombres supuestos: “Confieso que para poder hablar acerca de esta historia (que ni siquiera sé si llega a historia), he recurrido a la ayuda de un vaso de vino (…) No soy escritora, pero cada palabra brota del corazón y es un grito que pide ayuda para que este amor, que lo mantuvo vivo tantos años, no muera cuando él deje de latir…

“Sucedió por los años ´50, allá en un pueblo que como todos los pueblos tenía una plaza, enfrente la iglesia (como corresponde), y al lado (como no corresponde) ¡¡¡la farmacia!!!..., y después... nada, después... todo (...) María (15) iba a la iglesia para pasar por la farmacia y ver a Juan (18), pero María era tan pero tan tonta, que al pasar por la puerta de la farmacia miraba para otro lado, tenía vergüenza y cruzaba y se sentaba en la plaza con su prima y compinche de su misma edad, que le daba fuerza para cometer esta locura. Un día, cuando María cruzó a la plaza, encontró a Juan sentado en "su" banco y salió corriendo.

“Otro día, una tía de Juan se sentó en ese banco. María llegó y se sentó a su lado, hablaron de amores, recitaron poesías y, entre poema y poema, llegó Juan. Se miraron a los ojos y sintieron algo que siguieron sintiendo cada vez que se miraban y se miraron mucho, tanto, tanto... Se amaron mucho y se pelearon mucho... La familia de María era peronista y María también, y Juan era socialista..., en aquellos años pasaron muchas cosas, la muerte de Eva, la maldita, sangrienta revolución del ´55. Muy fuerte todo, muy doloroso. Juan y María se amaban, se  peleaban y se volvían a juntar... Juntos o separados se amaban siempre, siempre...

“Un día María se casó, pero no con su Juan. Fue un lunes lluvioso, toda vestida de negro, entró a la iglesia del brazo de su hermano... En la puerta, entre otra gente que quería ver a la novia estaba aquella tía... En el altar, esperando, estaba el novio que no era Juan..., y al lado de la iglesia, la farmacia... Y así, María con su marido, que no era Juan, volvió a la Capital... Dos años después, María volvió al pueblo, fue a la plaza, se sentó en su banco. Juan cruzó, se miraron como se miraban siempre, no hubo palabras... No hacían falta... ella tenía en sus brazos a su hijo, que no era hijo de Juan... Se levantó y se fue…, volvió a su casa.

“María es ahora viejita, muy viejita, y sigue esperando a Juan... Ahora espera no despertar una noche en que sueñe con Juan, abandonar su cuerpo y volar juntos, abrazados por siempre. Entre el principio y el fin de esto, hay millones de  pequeñas historias, de momentos fugaces que hicieron  la eternidad de este amor eterno y vivo, pese a la maldita muerte que no pudo matarlo.”

Terminé de leer esta carta con lágrimas en los ojos. Por algunas horas anduve confundido creyendo que “Juan” era Carlos María, mi viejo, y entonces qué hubiese pasado si… Pero rápidamente “María” me aclaró que “Juan” era Nano, y que a ella le hubiese encantado ser mi tía. Y lo quise tanto a Nano, me sentí tan cobijado cada vez que me abrazaba, me dolió tanto cuando enfermó y se fue tan joven llevándose su ternura, su calidez y su sonrisa de hombre bueno, que también deseo que un día se abrace para siempre con la tía María.

Carlos Semorile