Tanto querer, tanto querer…
Y yo sin nombrarte, Dominique.
Pero te miro. Todos los días te miro.
Y te escucho. También, a veces, te leo.
Y pienso en otras conversaciones…
Supe tener un amigo.
A veces nos parecía que era necesario
reunir pruebas.
Tan pronto todo parece un sueño.
Supe tener un amigo que guardaba pruebas en cajita.
Es importante tener un amigo así.
De vez en cuando reviso mis pruebas.
No. No todo fue un sueño.
La tinta azul. Siempre fue azul. Azul clarito como tus ojos.
Como si algo de tus ojos hubiese ido a parar al papel.
Finito. Ruidoso al leerse como las hojas de los árboles
cuando las alborota el viento.
O como el fuego, también. Ese que vos prendías en la
casa, en el campo. Un crepitar de palabras azules
diciendo que, para nosotras también, todo fue cierto.
Todo sigue siendo cierto.
A.
Buenos Aires, 10 de julio de 2024