En Humahuaca (Jujuy, Argentina) existe un lugar llamado Tantanakuy. Casa del Tantanakuy que quiere decir encuentro en quechua.
Este lugar se relaciona con la iniciativa de una familia. Una familia en el sentido en que lo entendemos nosotros, los que hacemos este espacio. El padre, la madre, los hijos pero no el espíritu santo. En lugar del espíritu santo (o acompañando el espíritu santo y no tan santo): los amigos. En este caso, hablamos de la familia amplia de Jaime Torres, de Jaime Dávalos, entre muchos otros artistas. Se trataba de homenajear, celebrar, difundir la cultura de la región. Se trataba de no dejarla morir. De retenerla y de permitir que se siguiera desarrollando. En 1975 se realizó el primer encuentro. Y ese encuentro tuvo hijitos. En más de un sentido.
Año tras año, con sumo esfuerzo por parte de los organizadores, se hizo el Tantanakuy: cada uno de ellos podría dar lugar a un relato, en cada uno pasaron cosas “increíbles”. Algunos que han asistido recordarán la improvisación de un gran payador uruguayo junto a una coplera. Eso fue hace tan sólo unos años. Subrayemos: el payador era uruguayo y la coplera… coplera. O sea que estamos hablando de una visión amplia de lo regional, de lo cultural y de la palabra encuentro. Esa noche, el cielo estaba estrellado y había muchos niños correteando entre el público. Los niños siempre están al honor en la Casa del Tantanakuy. La Casa no discrimina, recibe veteranos también, pero su propuesta como centro cultural está especialmente dirigida a los niños y jóvenes. Ellos son los principales destinatarios de los talleres que ahí se realizan. Y son también quienes hacen y asisten al Tantanakuy infantil. Este encuentro se realiza desde 1983 todos los meses de octubre.
Según consta en la página de presentación:
“El Tantanakuy Infantil se realiza en el mes de octubre y anualmente reúne en su celebración, cada año en un lugar distinto de la provincia de Jujuy, a unos 600 niños y niñas que comparten sus creaciones. Se ejecuta a partir de aportes generosos y voluntarios, con apoyo del sistema escolar de la provincia. Aunque no cuenta con presupuesto propio, para cada edición se solicitan aportes particulares e institucionales. Con gran esfuerzo se logra su celebración con austeridad y gran convocatoria”.
Se puede recalcar que no solamente participan niños de la región: el año pasado un grupo llegó desde el conurbano bonaerense y otro desde Córdoba, con sus respectivos docentes. Y se produjo lo que tenia que producirse: el encuentro entre jóvenes que viven en un país tan grande, que a veces de una punta a otra pareciera que son países distintos, pero no, viéndolos tocar los sikus, los charangos, las guitarras, pero también los violines (hubo violines el año pasado, violines tocados por jóvenes apunados pero corajudos), uno entiende que son todos parte de una misma historia y de un mismo territorio (abierto).
Lectores viajeros: si no conocen el Tantanakuy, es para conocer. Y si además, tienen hijos, deseamos que alguna vez ellos puedan participar en ese festival (el próximo es el 12 de octubre) que está hecho para niños y adolescentes, y por ellos.
La experiencia del Tantanakuy infantil y del Centro Cultural, todos los días, es tan rica que esto sólo puede ser considerado como una primera presentación. Vamos a programar varias notas con sus organizadores. Ellos tienen todo que ver con Nuestro Querer.
Acá un video realizado en el marco del taller de cine, animado por Aldana Loiseau.
Este corto obtuvo el primer premio en el 3º Festival Iberoamericano Imágenes Jóvenes en la diversidad Cultural de Buenos Aires (2005).