¿Qué es lo que lleva a tanta
gente a dejarlo todo atrás para viajar hacia un país desconocido, un lugar en
el que no tienen familia ni amigos, donde nada tiene nombre y el futuro es una
incógnita? Esta novela gráfica sin palabras es la historia de cualquier
emigrante, refugiado, desplazado, y un homenaje a todos los que han realizado
el viaje.
SHAUN TAN es autor e ilustrador
de “La cosa perdida” y “El árbol rojo”, ambos galardonados con numerosos
premios internacionales y con una mención de honor en el premio Bologna
Ragazzi, ambos publicados también por Barbara Fiore Editora. Entre los libros
ilustrados por Shaun anteriores a éstos se incluyen “The Rabbits”, de John
Marsden (Libro ilustrado del año de la
CBCA), y dos más con Gary Crew: “Memorial” (un libro de honor
de la CBCA) y
“The Viewer” (ganador del premio Crichton de ilustración). En 2001, Shaun recibió el World Fantasy Best Artist Award
por el conjunto de su obra.
EMIGRANTES es un libro ilustrado sin
palabras, una novela gráfica silenciosa. A través de una serie de imágenes
conectadas, cuenta la historia de un emigrante anónimo que deja su país natal
en penosas circunstancias, cruza un océano hasta una nueva ciudad y aprende
cómo vivir en ella.
La historia podría haber ocurrido en torno al año
1900, coincidiendo con las grandes corrientes migratorias de Europa hacia
países como Australia y Estados Unidos. La mayor parte de mi investigación
inicial se basó en historias autobiográficas recogidas por emigrantes tanto en
este periodo como más recientemente; sin embargo, el mundo del libro surge, en
última instancia, de referencias directas: mi interés como artista ha sido
desplazar al lector con el fin de explorar mejor la idea de ser un inmigrante
dentro de una cultura ajena. La ciudad donde se ilustran la mayoría de los
sucesos es imaginaria; en ella, aspectos fundamentales como el idioma, el
transporte, la comida, la vivienda y el trabajo son bastante extraños y, a menudo,
surrealistas.
Una de las
razones fundamentales por las que decidí prescindir del texto fue destacar este
principio: el protagonista no puede leer ni comprender nada, así que el lector
tampoco debería poder. Además, hay una lógica interna en la que todos los
detalles que pueden apreciarse a medida que la historia progresa (cómo
funcionan las cosas, etc.) y la ausencia de narrativa escrita parecen invitar a
una lectura visual más cercana y mucho más pausada. El misterio de ese mundo se
mantiene también por la ausencia de explicaciones y sugiere un viaje irreal,
que es lo que he tratado de encontrar: un equivalente ficticio a la realidad a
la que se enfrentan muchos inmigrantes, tanto los de otra época como nuestros
contemporáneos.
La creación de lo que es, en realidad, una
fantasía “social-realista” también resulta valiosa al aprovechar la naturaleza
universal de todas las historias sobre migraciones, que comparten hilos comunes
en los que no importan ni los lugares ni las épocas concretas, donde los individuos
son de donde vienen y adonde van. Además de no necesitar traducción, considero
que el material gráfico debería ser igualmente comprensible para lectores de
diferentes procedencias, careciendo por sí mismo de cualquier referencia
cultural. Esto fue probablemente mi mayor desafío al diseñar el libro, que
tiene un sencillo formato de novela gráfica: cómo hacer que las cosas estén
claras y llenas de significado, pero sean reconocibles sólo marginalmente y
estén abiertas a múltiples interpretaciones.
El estilo de las ilustraciones surge sobre todo
de esas viejas fotografías color sepia, auténticos documentos de la vida social
de los siglos xix y principios del xx, y de algún modo el libro se comporta
como una película muda, silenciosa. Mis dibujos están hechos todos a lápiz y
son bastante “fotorrealistas”; intentan crear un mundo convincente de personas,
animales, edificios, objetos domésticos, vehículos y paisajes naturales, todos
ellos imaginarios. Una de mis primeras ideas fue hacer que el libro se pareciera
a un extraño álbum de fotografías, pues me parecía que ese tipo de álbumes eran
como libros ilustrados y silenciosos.
Confío en que mi libro se “lea” en parte, como
una novela sobre inmigración, pero también que vaya más allá de cualquier
cuestión social: que se entienda cómo las circunstancias pueden cambiar
inevitablemente en la vida de todos nosotros, y cómo las personas aprenden a
adaptarse y a aceptar las nuevas situaciones, sin importarles lo extraño o
desconcertante que parecen al principio.