La primera foto da
lugar para imaginar cualquier cosa. Un grupo de niños rodea a un adulto que, a
primera vista, no tiene nada. Nada especial. No usa peluca, no tiene un traje
sobresaliente. ¿Será que hay algo que no podemos ver porque los niños lo
esconden? ¿Qué? ¿Un pollito recién nacido? ¿Un juguete de esos que regularmente
se ponen de moda y tienen nombres complicados? No. Porque la visión del pollito
les arrancaría, quizás, una sonrisa, alguna expresión de ternura y un juguete
de aquellos… provocaría otra disposición. Los rostros están serios,
concentrados. Los cuerpos quietos. Sea lo que sea que haya ahí, parece digno de
atención y de espera. ¿“Truco mágico, ilusión”? como diría Tuñón y tiene que
ver… Casi, casi.
Foto: La Musaranga |
Lo que hay ahí, como
se revela en otras fotos, es una máquina de escribir. Y eso, todo eso, la mesa,
el banquito, el hombre, los niños es “el puesto escritor”. El puesto escritor
de la Compañía nacional de autómatas La Musaranga*, tal como se presenta en el “parque
de atracciones”. Es decir en el marco de un conjunto de actividades,
desarrolladas al aire libre, que comprende juegos mecánicos de kermés, números
de pantomima, ventriloquía, autómatas a moneda, espectáculos de marionetas,
etc.
En el puesto
escritor se recogen palabras, relatos, historias. Se las recoge a mano. Letra
por letra. Y que nadie se vaya a guardar una sola… se revisan los bolsillos a la
salida… (eso lo estoy inventando).
Estamos en el año
2018, las fotos son del año 2015, muchas otras máquinas han ocupado los espacios donde se mueven, entre otros, los niños. Sin
embargo, esta máquina –una Olivetti tenía que ser…– llama la atención. No es
para menos. Si alguno no lo sabía, y muchos no lo saben porque ciertos cambios
tecnológicos tienen la extraña virtud (¿?) de no dejar rastro de otras formas
de hacer las cosas, en el puesto escritor se puede descubrir que cada letra
tiene su tecla, que cada tecla es un sello y deja una huella en el papel. Es
cosa que Alejandro (el señor sin rasgos particulares pero solo a primera vista)
se siente en el puesto escritor, o cualquier otro integrante de la compañía por
ejemplo Paz, que tampoco tiene rasgos particulares (pero solo… etc.), para que,
invariablemente, los chicos que andaban por ahí tratando de identificar qué cosa es eso… el conjunto de metales, piezas, telas, objetos que una vez
reunidos formarán uno de los circos –por usar una palabra conocida que no les
rinde justicia– más bellos del mundo… es cosa de sacar la Olivetti, digo, para
que los chicos que andaban por ahí se reúnan en torno al puesto escritor. Como
si la Olivetti, formando un todo con Alejandro y Paz, fuera un imán.
Pero quizás el poder
de atracción no sea tanto el objeto, sino el pedido, una mezcla de ambos: la
invitación a contar. Y el descubrimiento… de que las historias que se cuentan no
han sido todas escritas, que todavía hay historias por escribir, que todos y
cada cual puede tener las suyas, y que hay alguien (que a lo mejor sí tiene
rasgos particulares) dispuesto a escuchar, a registrar y difundir.
Como nos cuentan desde La Musaranga:
“La revista Títer es una revista trimestral, órgano de
difusión literaria de la Compañía que empezamos a publicar en 1996. Contiene
una selección de historias que se recopilan en el Puesto escritor, desarrollado
en el marco del PARQUE DE ATRACCIONES MUSARANGA (…).
Con una máquina de escribir Olivetti, se juntan
historias de la gente del lugar donde se desarrolla el PARQUE. A cambio de la
historia contada, se entrega el último número de la revista Títer (con textos
recopilados en otros barrios, en PARQUES anteriores). De esa manera circulan
las historias.
El nombre de la revista lo tomamos de un pibe de 9 años,
Ezequiel “Cachalito”, que en los talleres de armado de muñecos, de dibujo y de
escritos que daba Pedro [Hasperué] en el barrio San Roque de San Fernando (que es donde
nacen los títeres de la Compañía), cada vez que Cachalito lo veía, le decía
entusismadísimo, todo colorado y transpirado:
–¡Pedro!... ¿hoy hacemos títer?...
En septiembre de este año editaremos el número 95”.
Si bien los niños
tienen predilección por el puesto escritor, también se arriman los adultos. El
puesto se dirige como todo lo que hace la Musaranga (y hacen mucho, si no lo
saben, busquen) a las familias. Por lo mismo, también se recogen relatos de
personas de otras edades, de muy variadas experiencias.
Fotos: La Musaranga |
La revista Títer
tiene un editorial y un epílogo. En el medio, junto con una selección de los
relatos del puesto escritor, puede haber otros escritos solicitados a
diversos colaboradores de la compañía. También contiene dibujos. Y está cosida
a mano. En ese recoger palabras, historias, cuando se trata de niños, se dan algunas indicaciones: no vale contar de hadas y ogros. La
idea no es censurar a los niños sino evitar que se vayan por la fácil, por lo que no
es propio, que busquen, que busquen qué cosas tienen adentro. De ahí
quizás las caritas, tan especiales, tan elocuentes ellas también, como todo en
estas fotos.
“Mis primeras vacaciones
En vacaciones fuimos a Entre Ríos. En Entre Ríos hay
una ciudad que se llama Federación. Ahí
conocimos a Estela la mamá y a Sofía la hija. Y ahí nos hicimos amigas, mi mamá
con Estela y yo con Sofía… y después de conocerla la quise como a una
hermana. Cuando volvimos la fui a
visitar a Zárate, porque ellas eran de Zárate. Fueron mis primeras vacaciones.
También fuimos a conocer la fábrica de alfajores
y la de miel que tenía colmenas y ahí nos hicieron probar la miel".
Abigail, 9 años, San
Fernando
Revista Títer
Año 22 – No. 92, diciembre de 2017
Insisto en un dato.
La fecha. Esto sigue sucediendo en el año 2018 y viene sucediendo
desde el año 1996. En un ahora que se prolonga. Quizás las cosas más increíbles,
más sorprendentes, son también las que se producen ahí donde la gente se sale al encuentro y descubre, con apenas un empujoncito, toda
esa magia que tiene adentro.
AGC
* Sobre La
Musaranga, ver más información ACÁ.
Además de sus actividades regulares, que viene realizando desde hace más de
veinte años, La Musaranga ha trabajado con el Tata Cedrón, con el Cuarteto
Cedrón, en el marco de un espectáculo llamado Puchero Misterioso. Espectáculo
que rinde homenaje a la poesía de Tuñón, entre otros poetas. Las fotos fueron tomadas en el marco de una presentación del Puchero, en el año 2015, en un barrio de zona norte. Agradecimientos a Alejandro Cantarella y Paz D'Alessandro.