viernes, 6 de abril de 2018

Higelin / Como los duendes


Aunque hoy había sido un día bastante afortunado… (en los aspectos más ordinarios y personales, porque es cosa de mirar alrededor y no hay fortuna posible…) Aunque hoy había sido un día afortunado, fue cosa de leer la noticia de la muerte de Higelin, para que, al igual que los payasos de circo pobre, me saltaran las lágrimas a un metro de distancia. Jacques Higelin, cantante francés, murió hoy, 6 de abril, a los 77 años de edad y, aunque hacia mucho que no lo escuchaba, la noticia llegó como una flecha, derecho al corazón, o como un telegrama que anunciara la muerte de algo preciado como la juventud.

Inmediatamente recordé a Cyril, que tanto amaba a Higelin. El amigo Cyril que vivía en un barco, una “peniche”, llamada Loanda, en la que alguna vez nos reunimos con los compañeros de L’Obsidienne, esa compañía de teatro de la que todos éramos parte. (El mundo entero cabía entonces en la compañía y la compañía era nuestro mundo). En algunas de las fiestas que improvisábamos, a Cyril le gustaba bailar una canción de Higelin, “Tombé du ciel” (Caído del cielo), y aunque tenía 17 años, lo hacía a la manera de los niños, saltando, y tomando del brazo, al primero que pasara, y ese, algunas veces fue “Moustique”, otras fui yo.

Cuando el payaso paró de lloriquear y acomodó lo que se podía, recordé otra cosa. Algo pequeño.

Más o menos en esos mismos años, cuando, con mi familia, tuvimos que emprender el retorno, desde Francia, muchos amigos tuvieron gestos de cariño. En el caso de mis amigos, uno de esos gestos fue grabar la música que acompañaba nuestros días. Como diciendo: llévate algo de nosotros. Y ese algo era Jacques Brel, Léo Ferré y también Higelin.

Hablo de una época que no conocía internet. Una época donde las cosas que amamos no eran acumulables. Donde todavía había que elegir y cualquier desplazamiento significaba dejar de lado algo amado. Pero también de una época donde las partidas no eran tan radicales como lo habían sido en años, y en siglos, anteriores. De ahí que la amistad pudiera también manifestarse de esa manera. En forma de una canción que se graba y acompaña. Y luego, se olvida, se olvida… hasta que vuelve. Te toma por sorpresa. Irrumpe como los niños. Como los duendes. Como Higelin y Cyril.
A.