La
etimología de la palabra palabra deriva del latín, parábola, que
a su vez proviene del griego. Antes de entrar directamente en la palabra,
veamos que significa parábola.
Parábola:
Narración de un
suceso fingido, de que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad
importante o una enseñanza moral.
Palabra:
Sentido
etimológico: La PALABRA es la parábola del pensamiento, según la etimología; y
difícilmente puede darse una definición más sabia y profunda.
Resulta evidente la unión simbiótica, inseparable,
entre pensamiento y lenguaje. Nuestra lengua, el español, tiene alrededor de treinta
mil palabras de las cuales apenas usamos cinco o seis mil. No obstante, especialistas aseguran que día a
día se van empleando menos palabras. Este fenómeno se está manifestando
mundialmente y constituye un hecho verdaderamente
grave, porque nos advierte en qué medida estamos achicando el pensamiento.
Algunos sociólogos lo atribuyen a la informática,
especialmente entre niños y adolescentes.
Posiblemente así sea. Pero la informática no tiene
la culpa. De los incendios no es responsable el fuego, ni la electricidad de
los electrocutados, ni las rutas de los accidentes viales. La tecnología no es
buena ni mala, todo depende del uso que se le dé.
Las nuevas generaciones reducen a diario el lenguaje
mutilando y deformando palabras. ¿Qué es lo que ocurre? Tratemos de ser
objetivos. Las personas hoy mayores de cincuenta años pertenecen a la cultura
de los lectores. Es sabido que la lectura tiene múltiples ventajas: obliga a concentrarse
y evita la dispersión, desarrolla la imaginación.
Si se trata de narrativa el lector será el
escenógrafo de lo que lee. Ruidos, sonidos, colores, vestimenta, paisaje,
rostros, etc. serán creación del lector. Quien ha leído un cuento, una novela o
un relato y luego ve una versión cinematográfica es posible que se decepcione. El
adaptador y director o ambos en una misma persona puede o pueden ser excelentes
profesionales, pero con una imaginación distinta a cada lector. En este caso
usted.
Continuemos enumerando las ventajas de la lectura. Fija
nuevas estructuras sintácticas. Enriquece el vocabulario. Acentúa la
ortografía, de tal modo que quien no conoce o no recuerda las reglas, siente
rechazo ante una palabra escrita incorrectamente.
Cualquier lector que lea la palabra mición,
para referirse a misión o vocasión para expresar vocación,
sin duda que sentirá rechazo y dudará. Es muy probable que esa misma persona
desconozca o no recuerde la regla ortográfica para el uso correcto de la c
o la s en las palabras terminadas en ción o sión, pero seguramente rechazará la palabra excurción
o televición.
Teniendo la lectura todas estas ventajas, nos
preguntamos: ¿Por qué cada día se lee menos? Las respuestas son muchas, pero
hay un punto que creemos necesario evitar, y es el enfrentamiento generacional
volcado hacia afuera.
Contraponer tecnología (computación, Internet,
correo electrónico) a lectura. La informática digital es maravillosa, útil,
permite un acceso rápido a todo tipo de información, establece comunicaciones
casi inmediatas entre las personas, permite guardar datos y documentos en
espacios ínfimos.
Recordemos el salto que significó, en casi todo el
siglo XX, la máquina de escribir. Pese a ello, se desperdiciaba papel, las
enmiendas y tachaduras llevaban tiempo y se hacía necesario volver a escribir
una nueva página prolija. Las copias con papel carbónico, a veces eran
ilegibles, etc. Una carta hacía necesario la concurrencia al correo, y el período
de tiempo hasta que llegaba a destino. Luego el recorrido inverso con la
respuesta, etc. Esto podía demandar días y hasta meses.
Hoy puede ser cuestión de segundos o a lo sumo
minutos y desde el domicilio de cada uno. La búsqueda de un dato caía en la
misma categoría. Búsqueda en bibliotecas, llamados telefónicos, archivos, etc.
los cuales no han perdido validez.
Es decir, bienvenida la tecnología como lo fue la imprenta
con caracteres móviles. Los enemigos de las computadoras personales de hoy
deben parecerse a los resistentes a la imprenta de Gutenberg en el siglo XV y XVI.
Claro, la imprenta posibilitó los escritos malos o perjudiciales.
Volvemos a lo anterior: la tecnología no es buena ni
mala, depende del uso que aplique el hombre. Por eso resulta erróneo el enfrentamiento
entre tecnología digital versus lectura. Ambas elecciones no sólo son buenas,
son complementarias.
En cuanto al libro electrónico, es una cuestión de
soporte técnico. La tinta y el papel son reemplazados por grabaciones electromagnéticas
y pantalla óptica. Por mi parte, por mis hábitos y cultura, prefiero un libro
de varios tomos frente a un libro electrónico donde caben cientos o miles de
tomos en el bolsillo. Pero no me opongo a los adelantos técnicos. Que cada uno
elija lo que quiera y no hay porque enfrentar un hábito con otro.
En lo que respecta a los correos con mensaje de
texto y los correos electrónicos “fijos”, o no tanto, porque las notebooks
o netbooks no son fijas, lo preocupante entre chicos y adolescentes, más
que la mala escritura que ellos atribuyen al apuro es que no sepan la forma
correcta.
Se trata de una nueva taquigrafía. (Taquigrafía, taquis,
veloz, graphein, grabar), pero grabar en el sentido antiguo, grabar en
madera, piedra o metal para luego ser copiado en papel. La taquigrafía, salvo
en juzgados y cámaras legislativas, ya quedó en desuso.
Sin embargo por varias generaciones resultó útil en
congresos, conferencias, periodismo, tareas comerciales, etc.
La diferencia reside en el hecho de que aquellos
taquígrafos jamás hubieran hecho una carta de presentación, solicitud o lo que
fuera en taquigrafía, sino escribiendo con una correcta sintaxis y ortografía. Eso
es lo que falta a las generaciones más jóvenes. Que escriban con esa nueva
taquigrafía como quieran, pero sin desconocer la “otra” escritura.
Ese es un gran obstáculo. Quizá la falta de lectura
se deba a los tiempos de inmediatez, dispersión y exceso de ruidos generados
por la mala utilización en los contenidos de las comunicaciones: Frivolidad,
intrascendencia, y por sobre todo mediocridad.
Aquí la culpa tampoco es de la tecnología ni de los
jóvenes. Sin duda que los adultos no hemos sabido o podido transmitir otros
valores y además el poder de los medios de comunicación con modelos de adultos donde
prima la vacuidad y lo mediocre. Esto no significa una negativa a la inevitable
evolución del lenguaje. Lo grave es que no se trata de evolución sino de
hibridación. Debemos hacer algo para revertir este catastrófico proceso antes
que sea tarde. Nosotros los adultos tenemos la palabra.
En
esta sección del blog (“Las palabras”), nos proponemos profundizar los orígenes
etimológicos comparables, a la geografía y la historia del lenguaje.
A
veces nos detendremos en alguna palabra por la importancia histórica de lo que
significa o simplemente por su rareza de contenido y significado.
En
nuestro idioma español, de una riqueza exuberante, la escritura se logra
mediante la combinación de letras que forman palabras y estas forman frases que
a su vez integran un discurso. Tenemos veintisiete letras de las primitivas
veintinueve. Dos fueron suprimidas por la Real Academia Española (DRAE), se
trata de la ch, llamada che, y de la
ll, llamada elle.
Entonces,
comencemos con la A.
Otto Carlos Miller