Como escapada
de un puerto brumoso.
Como empujada por la niebla,
los inviernos que secan el alma
con su cortejo de desdichas,
desatinos y
otras amenazas,
llegó una tarde a la calle larga.
Se acurrucó contra un árbol
y soñó...
Soñó los pájaros nocturnos
revoloteando.
Soñó barcazas fantasmales
navegando aguas de terrores y
barracas silenciosas como amenaza.
Soñó velas infladas
por vientos de furor.
Soñó lágrimas sin llanto,
rodadas lentamente de los sus ojos
como fanales de misterio...
Fueron luego
tempestades que se alejan,
suave brisa,
frescor del atardecer que eriza la piel,
paisaje que se fija.
Todo se aquieta...
Entonces
la mano tibia sobre su frente,
la ternura que renace,
las bellas palabras.
Ya es tarde...
Lástima, lastima.
El albatros ya en lo alto
se llevaba su alma.
Miguel Praino