Suelo renegar cuando me sorprendo diciendo –o escucho a otros
decir– que Fulanito o Menganita es tal o
cual cosa. Como si las personas fueran una
sola cosa y no esto y lo otro, un
caos, un sinfín de contradicciones, además de otras expresiones que les dedica
mi amigo Pascal… Pero sucede, a veces,
que algún rasgo, de pronto, sobresale. Un tono. Y si hubiera un pintor cerca,
ese rasgo, ese tono podría dar lugar a un cuadro. Estamos escasos de pintores pero
no de fotógrafos. Por suerte. Es así como el gesto de Luis fue registrado. Hace
unos meses, con algunos amigos comentamos el tema del Mural de Argomedo en Valparaíso.
En pocas palabras, se trata de un mural del año 70, que fue tapado en
dictadura, y que resurgió. Desde entonces, ha sido defendido por algunas
–pocas– personas. Hace un tiempo, el mural, maltratado de diversas maneras, fue
nuevamente “agredido”, invadido, por una figura oscura que apareció literalmente
de la noche a la mañana. En la foto se aprecia esa figura oscura y también, en
rojo, la figura de Luis que intenta sacarle la silla, voltear al agresor. Declaro
que me siento totalmente agradecida por el gesto de Luis y miembro de una
estirpe de gente sumamente extraña y “sospechosa”, diría mi tío Enrique. Irreductiblemente
sospechosa. Gente de transitar los mundos y de traernos, a cuento de nada, la
mejor sonrisa en medio de tanta desolación que no hay forma de evitar.
Mural de Argomedo - Valparaiso - 2018 |
Cándida