martes, 5 de junio de 2018

Historias de café


Por muy porteño que sea el bar o café, ambos nombres tienen raíz europea y africana respectivamente. Bar es una palabra inglesa que designa una barra donde beber parado, entre otras bebidas café. Café, De Kaffa, provincia de Etiopía donde se cultiva el producto y que tiene una pintoresca leyenda.

En Abisinia, nombre que perduró hasta parte del siglo XX, pasando luego a llamarse Etiopía, un pastor cuidaba sus cabras y quedó dormido. Al despertar no las encontró, pero rápidamente ubicó un monte cercano donde los animales saltaban con energía y corrían en forma circular. Al otro día, el pastor simuló dormir. Las cabras fueron al mismo lugar del día anterior y comieron con fruición los frutos de una planta entrando rápidamente en un frenesí con saltos y corridas. Llevó esas semillas, las molió. Preparó la infusión y la bebió. En pocos minutos notó una energía inusitada. Reveló su descubrimiento y de inmediato se generó la comercialización de esas semillas que venían de Kaffa y la denominaron café.

En los comienzos del siglo XVIII, el café, llegó a Europa. Primero, igual que el tabaco, tuvo la prohibición Papal. Luego… fue levantada…

En Alemania, especialmente, surgieron las casas comerciales donde se bebía café. Esos locales eran frecuentados únicamente hombres para mantener largas tertulias. El uso doméstico tardó en llegar y siempre con la exclusión femenina.

Hay una curiosidad poco conocida acerca del café. El genio Juan Sebastián Bach compuso más de mil doscientas obras musicales. Entre los diversos géneros, las Cantatas casi todas religiosas, creó unas pocas cantatas profanas. Una de ellas se llama la Cantata del Café, que hace alusión a la moda de beber café. Narra la historia de una joven a quien el padre le prohíbe tomar café y con la amenaza que si no desiste le impedirá casarse. La hija clama por tener un marido pronto pero aclarando que en su contrato matrimonial deberé figurar el permiso para beber café. La Cantata de Bach BWV 211 es interpretada por un conjunto de cámara. Un bajo hace la introducción y luego polemizan el padre, tenor y la hija Lieschen soprano. La Cantata del Café, siendo divertida en ningún momento pierde el nivel genial de Bach.

A los países americanos, el café, llegó rápidamente. En el siglo XIX, en Buenos Aires ya existían varios establecimientos con el nombre de Café. Entre los históricos estaba el Café de Marco (1801-1871) ubicado en la calle Alsina esquina Bolívar, donde se reunían los gestores de la Revolución de Mayo, posteriormente apareció el sobreviviente Tortoni y una larga lista. En Buenos Aires y el interior del país, poco después de la llegada de los españoles comenzaron a proliferar las “Pulperías” que fueron un antecedente de la dinámica de los cafés. Pulpería donde jamás se vendió pulpo. El nombre Pulpería es un interesante tema aparte.


Otto Carlos Miller