domingo, 15 de septiembre de 2024

"Dar la palabra" / Diario de Cuyo

 


La Valija Azul es el nombre de una biblioteca itinerante creada por un grupo de ex alumnos de la Escuela Normal Fray Justo Santa María de Oro de Jáchal hace exactamente un año. Desde entonces, los martes y jueves por la mañana llevan sus libros a los chicos que esperan ser atendidos en la Sala de Pediatría del hospital norteño. A la par crean microprogramas con textos literarios que se emiten por las radios Activa y 10. Una apuesta creativa que sigue creciendo. (LEER NOTA COMPLETA AQUI)

viernes, 6 de septiembre de 2024

Apunte circular

 


Acerca de lo des-hecho

En el día de ayer me encontré a la palabra esperanza y a la palabra palabra tiradas en el piso. Ambas yacían al pie de la pared azul. Una mirada rápida dejó establecida la inocencia de la lluvia. La lluvia puede diluir engrudos y despegar papeles pero no arrancar palabras y preguntas enteras. Que Quasimodo y su creador me perdonen pero daba la impresión de que un personaje así había enrollado los papelógrafos al revés de los cristianos, sacándolos del muro, transformándolos en bollo. Sin destruirlos del todo. No solo por inepcia sino más bien porque ciertas cosas no se pueden destruir. En eso pensaba, y también en Alekos Panagoulis, mientras recogía los papeles que fueron a parar a un bolso, atravesaron las calles y llegaron hasta esta mesa para ser sometidos a un examen minucioso. ¿Algo de eso podía ser salvado? Resultó que sí y ahora lo deshecho descansa bajo el peso de varios diccionarios capaces de resucitar papeles y letras. A palabra le faltan dos letras. Esperanza está completa. También lo está alegría que yacía un poco más lejos y fue vista después. En unos días nos reuniremos con quienes corresponde y sabremos qué hacer. Pero hoy el pensamiento persiste. Ciertas cosas no se pueden destruir. Quizás porque no son cosas. Tampoco son personas. Quizás sea la parte de las personas que no puede morir. Y no porque no se haya intentado. Son siglos de intentos fallidos poniendo todo a disposición para esa destrucción. Los inventos más sofisticados. Todos los ejércitos del mundo. Tanques y carros. Toda la maquinaria del dolor. También el miedo, la angustia. Y esto nada tiene que ver con el sátrapa de la esquina sino con quienes todo lo aplastan incluyendo al sátrapa de la esquina. Y aunque mirado de cierta manera esos son los que imponen y los que mandan, quizás no esté de más  recordar que no logran jamás plenamente su cometido. Algo se les escapa siempre. Algo que se parece a la esperanza y a la palabra. A salvo de canallas y de estúpidos.

 

A.