domingo, 20 de marzo de 2016

“Vení, acercate, no tengas miedo…”



Esta historia de la tía Betty es pequeña, pero adorable. Un día de 1950 y  pico, siendo ella apenas una piba, se subió al 134 en Cabildo y Blanco Encalada con intenciones de llegar a la Escuela Comercial de Santa Fe y Guise. Pagó el boleto y al avanzar por el pasillo se dio cuenta que el único  asiento libre quedaba al lado de “un churro bárbaro”. Intimidada por la estampa del galán, se hizo chiquita en una esquinita del troley, y pretendió pasar desapercibida. Pero nunca imaginó que el muchacho –para ella, un señor– comenzara a mirarla y a cantarle bajito: “Vení, acercate, no tengas miedo, que tengo el puño, ya ves, anclao. Yo sólo quiero contarte un cuento de unos amores que he balconeao. Dicen que dicen, que era una mina todo ternura, como eras vos, que fue el orgullo de un mozo taura de fondo bueno, como era yo”.

“Dicen que dicen” es un tango que Gardel popularizó allá por 1930 y que veinte años más tarde fue rescatado por Julio Sosa. Y dice la tía Betty que a cada estrofa, ella se alejaba más hacia el fondo del pasaje y hacia lo profundo de su timidez. Me la imagino de un rojo subido, deseando que el joven la dejase en paz y, a la vez, anhelando tener el coraje de sentarse al lado de aquel buen mozo y seguir cantando juntos hasta el final del recorrido.

Carlos Semorile