martes, 6 de agosto de 2024

Los peces de noche

  

Hoy escuché lo que hacen los peces por la noche

-¿Y qué hacen?

 

Heinz Janisch;

Una nube en mi cama

 

 

Ayer supe de los peces.

 

Por las noches juegan a fabricar soles.

Es una costumbre muy antigua, ya lo hacían los abuelos peces. Y parece ser que desde aquellos tiempos, el juego es así:

Se reúne un grupo. Deben ser amigos de verdad para que la alegría del triunfo llegue a todos por igual.

Primero se cuentan las cosas lindas del día. Así se animan y juegan con más ganas.

Hacen una ronda para poder verse las caras.

Empiezan a soplar burbujas hasta que les salen grandes y redondas como la luna llena.

Preparados, todos juntos abren sus bocas y… uno, dos, tres… Sale una ronda de burbujas.

 

Las burbujas suben hasta la superficie.

Las burbujas salen del agua.         

Las burbujas se elevan por el aire hasta que los peces las pierden de vista.

Una va hacia una estrella, otra va hacia una constelación, otras se encantan de alturas y allí se quedan, flotando.

La ronda se desarma porque cada burbuja inventa un camino distinto. El cielo se puebla de pequeños planetas transparentes.

 

Los peces esperan.

 

Las burbujas siguen su sendero celeste hasta que algunas pocas alcanzan a entrar en una fuente de luz.

Entonces, las que logran llegar a esta etapa del juego, se abren como  ostras translúcidas y cargan en su interior toda la luz que esa estrella les regala. Se vuelven a cerrar.

 

Las burbujas comienzan a bajar. Unas, vacías. Otras, repletas de brillo.

 

Los peces esperan.

 

Las esferas con luz se acercan a la superficie del mar.

Este es el momento más difícil del juego porque al rozar el agua, muchas explotan. Incluso las que vuelven refulgentes. Nada más que una, o dos, o tres, se mantienen enteras al sumergirse.

 

Los peces son tan felices.

 

Las luces redondas iluminan de estrellas la noche del mar. Para ellos es el día, hasta en las profundidades más negras.

Como pelotas cargadas de cielo rebotan en el fondo y vuelven a subir, juegan con el pez que les dio su aire. Los demás jugadores también están contentos porque no importa quién haya ganado, ¡la noche se les ilumina en un instante!

 

Más tarde, las burbujas de los peces ganadores también explotan y se desparrama su fulgor entre todos los vecinos del océano.

 

Es un juego de peces, de peces que juegan en la noche.

 

 

María Emilia Alcoba