lunes, 25 de marzo de 2013

Emigrantes - Una novela sin palabras



¿Qué es lo que lleva a tanta gente a dejarlo todo atrás para viajar hacia un país desconocido, un lugar en el que no tienen familia ni amigos, donde nada tiene nombre y el futuro es una incógnita? Esta novela gráfica sin palabras es la historia de cualquier emigrante, refugiado, desplazado, y un homenaje a todos los que han realizado el viaje.

SHAUN TAN es autor e ilustrador de “La cosa perdida” y “El árbol rojo”, ambos galardonados con numerosos premios internacionales y con una mención de honor en el premio Bologna Ragazzi, ambos publicados también por Barbara Fiore Editora. Entre los libros ilustrados por Shaun anteriores a éstos se incluyen “The Rabbits”, de John Marsden (Libro ilustrado del año de la CBCA), y dos más con Gary Crew: “Memorial” (un libro de honor de la CBCA) y “The Viewer” (ganador del premio Crichton de ilustración). En 2001, Shaun  recibió el World Fantasy Best Artist Award por el conjunto de su obra.

EMIGRANTES es un libro ilustrado sin palabras, una novela gráfica silenciosa. A través de una serie de imágenes conectadas, cuenta la historia de un emigrante anónimo que deja su país natal en penosas circunstancias, cruza un océano hasta una nueva ciudad y aprende cómo vivir en ella.
La historia podría haber ocurrido en torno al año 1900, coincidiendo con las grandes corrientes migratorias de Europa hacia países como Australia y Estados Unidos. La mayor parte de mi investigación inicial se basó en historias autobiográficas recogidas por emigrantes tanto en este periodo como más recientemente; sin embargo, el mundo del libro surge, en última instancia, de referencias directas: mi interés como artista ha sido desplazar al lector con el fin de explorar mejor la idea de ser un inmigrante dentro de una cultura ajena. La ciudad donde se ilustran la mayoría de los sucesos es imaginaria; en ella, aspectos fundamentales como el idioma, el transporte, la comida, la vivienda y el trabajo son bastante extraños y, a menudo, surrealistas.
Una de las razones fundamentales por las que decidí prescindir del texto fue destacar este principio: el protagonista no puede leer ni comprender nada, así que el lector tampoco debería poder. Además, hay una lógica interna en la que todos los detalles que pueden apreciarse a medida que la historia progresa (cómo funcionan las cosas, etc.) y la ausencia de narrativa escrita parecen invitar a una lectura visual más cercana y mucho más pausada. El misterio de ese mundo se mantiene también por la ausencia de explicaciones y sugiere un viaje irreal, que es lo que he tratado de encontrar: un equivalente ficticio a la realidad a la que se enfrentan muchos inmigrantes, tanto los de otra época como nuestros contemporáneos.
La creación de lo que es, en realidad, una fantasía “social-realista” también resulta valiosa al aprovechar la naturaleza universal de todas las historias sobre migraciones, que comparten hilos comunes en los que no importan ni los lugares ni las épocas concretas, donde los individuos son de donde vienen y adonde van. Además de no necesitar traducción, considero que el material gráfico debería ser igualmente comprensible para lectores de diferentes procedencias, careciendo por sí mismo de cualquier referencia cultural. Esto fue probablemente mi mayor desafío al diseñar el libro, que tiene un sencillo formato de novela gráfica: cómo hacer que las cosas estén claras y llenas de significado, pero sean reconocibles sólo marginalmente y estén abiertas a múltiples interpretaciones.
El estilo de las ilustraciones surge sobre todo de esas viejas fotografías color sepia, auténticos documentos de la vida social de los siglos xix y principios del xx, y de algún modo el libro se comporta como una película muda, silenciosa. Mis dibujos están hechos todos a lápiz y son bastante “fotorrealistas”; intentan crear un mundo convincente de personas, animales, edificios, objetos domésticos, vehículos y paisajes naturales, todos ellos imaginarios. Una de mis primeras ideas fue hacer que el libro se pareciera a un extraño álbum de fotografías, pues me parecía que ese tipo de álbumes eran como libros ilustrados y silenciosos.
Confío en que mi libro se “lea” en parte, como una novela sobre inmigración, pero también que vaya más allá de cualquier cuestión social: que se entienda cómo las circunstancias pueden cambiar inevitablemente en la vida de todos nosotros, y cómo las personas aprenden a adaptarse y a aceptar las nuevas situaciones, sin importarles lo extraño o desconcertante que parecen al principio.