Desde hace tres años que voy regularmente al barrio de Flores. A un sector específico más o menos ubicado en el cruce de Rivadavia y Nazca que ahí deviene San Pedrito. Si me apuran diría que es la peor parte de Flores. La más bulliciosa. Un mar de personas la transitan también. Todo ahí es ajeno al barrio que uno añora con los ojos de Arlt y los del Profesor… Sin embargo hoy sucedió algo insólito. Venia caminando por Yerbal como lo vengo haciendo desde hace tres años… con resignación… No me gusta Yerbal pero mucho peor es salir a Nazca… En eso estaba cuando veo algo que nunca antes había visto… un paso peatonal… en la calle Terrada… un paso por Terrada que me permitía cruzar las vías del tren y en vez de huir por Nazca… hacerlo por Terrada que es lo más parecido a una calle de pueblo. ¿Cómo fue que nunca antes vi ese paso? Como disculpa… creo recordar que durante un tiempo hubo en esa esquina de Yerbal y Terrada una obra… quizás el andamio no me dejó ver… quizás los caminos se abren o se cierran a propósito según los pasos que tengamos que dar… y no los elegimos nosotros… Me gusta pensar que durante tres años hubo ahí una pared hecha de bruma que no me dejó ver y que hoy se disipó. Atravesé las vías del tren maravillada por la perspectiva de evitar el infierno de Nazca y ponerme a salvo en esa suerte de realidad paralela de la calle Terrada. Y en eso estaba bajando las escalinatas cuando alcé los ojos y me encontré con una casa. Una casa de Flores. Una auténtica casa de Flores. Me impresionó la visión de la casa por lo bella. La recorrí con la mirada y vi que había algunas letras. No veo bien (de ahí esta historia….). Pero veía sí que había letras… letras… familiares… Letras… que formaban… mi nombre...