miércoles, 8 de agosto de 2018

Desde mi corazón irlandés


Queridas amigas, siento que esta vez debo enviarles una carta desde mi corazón irlandés. Me ha conmovido profundamente la historia de S., resistiendo desde la lengua para preservar la memoria de una comunidad, lo cual me recuerda los intentos coloniales británicos en Irlanda donde, mediante la anglicanización de los nombres, los lugares y las cosas, buscaron dominarnos territorial y culturalmente. 

Creo que a esta altura es reconocido que nuestra “isla de santos y de sabios” -como la llamó Joyce- jugó un papel fundamental, desde la caída de Roma hasta los albores del Medioevo, en el resguardo del patrimonio cultural de la antigüedad. Hasta vuestro Borges lo dice en alguna de sus páginas: “en Francia nadie sabía griego, y lo sabían los monjes irlandeses”. Pero la conquista de los anglo-normandos supuso el fin de aquel mundo celta donde las palabras tenían sabor a identidad. 

No quiero aburrirlas con la extensa saga de barbaries con que los ingleses han procurado borrarnos del mapa, que si no se llamó “genocidio” fue porque aún no se había inventariado el concepto. Baste apenas como ejemplo la propuesta que hiciera Edmund Spenser, uno de los estrategas culturales del Imperio: “Si el habla es irlandesa (…) el corazón debe por fuerza ser irlandés”

Por ello, durante su paso por Munster, una de las históricas provincias irlandesas, “muchos antiguos manuscritos de la provincia fueron cortados en pedazos a fin de hacer cubiertas para los manuales en inglés que se hacían circular entonces entre los colegiales”. La idea era suplantar el gaélico y, tras su caída, imponer “una tradición de vida -perfeccionada y en parte desarrollada por la gente que habla inglés- que ha generado gran riqueza y gran pobreza”, como bien dijera Yeats.

Pero los irlandeses resistimos, muchas veces en los campos de batalla o mediante guerra de guerrillas, pero también incentivando la tradición oral y, con ella, la verdadera historia de nuestro pueblo.

Lo cuenta muy bien el video que Myles O´Reilly realizó para el hermoso tema de Glen Hansard, “Lowly deserter”: "Glen sugirió que filmemos a niños, que actúan recíprocamente con la casa y la vecindad, de donde surge la evocación de una ‘escuela de cobertura’ que era el medio para educar a los niños en la Irlanda rural en la tradición oral, sobre todo en los siglos XVIII y XIX".

Y agrega el propio Hansard: “Quise mostrar que dentro de una casa hay un universo de pensamiento. Crecí en una familia, y las familias ponen mucho significado en la historia irlandesa, los trabajadores irlandeses, las historias de luchas por la tierra, de levantamientos, de opresión y rebelión, la lengua de Irlanda. Y en las casas de todo el país, las ‘escuelas de cobertura’ siguen. La escuela (oficial) no nos enseñaba la historia verdadera, sino una versión 'aprobada', diluida".

Perdimos el gaélico, lo recuperamos en parte durante la revolución cultural que precedió al Levantamiento de Pascua y, desde la periferia, reinventamos el idioma inglés como una lengua plebeya sin “señoríos”. Somos como se nos ve en el video de O´Reilly: reímos y no olvidamos.  

Neil Collins