miércoles, 7 de octubre de 2020

Tomada por las flores

 Recién sentimos unos golpecitos en la puerta. Muy característicos de cierta vecinita nuestra que está por cumplir cuatro años, pero le pregunté si cumplía diez, y ahora dice –rotundamente- que tiene diez.

Vino a mostrarnos su vestido “nuevo”, que se lo pasó una amiguita a la que quiere mucho, y que le queda pintado. Lo modela junto con unos zapatitos de taquitos, por lo cual taconea de ida, y taconea de vuelta. 

Le decimos que está muy bonita y le preguntamos cómo anda, pero se pone tímida y nada dice. Nos acepta una barrita casera de cereales, y luego, de puro contenta, se pone a bailar y a dar saltos.

Para no dejarla en banda, también brincamos y hacemos algunos giros en nuestra parte de la puerta/frontera a través de la cual nos miramos con contento, y con falta de palabras para expresarlo. Ella se ríe, con esa risa cómplice de los chicos cuando encuentran adultos que andan medio “locos” y que se prenden en sus juegos.

Niña al fin, Lara se salta todos los “protocolos”, pasa sobre “el foso” y, por turnos e impulsos, nos abraza a la altura de las piernas. Como dice la poseía del trovador, hoy nuestra casa “ha sido tomada por las flores”.

 

Carlos Semorile