martes, 1 de mayo de 2018

Acerca de la palabra, palabra

La etimología de la palabra palabra deriva del latín, parábola, que a su vez proviene del griego. Antes de entrar directamente en la palabra, veamos que significa parábola.

Parábola:
Narración de un suceso fingido, de que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral.

Palabra:
Sentido etimológico: La PALABRA es la parábola del pensamiento, según la etimología; y difícilmente puede darse una definición más sabia y profunda.

Resulta evidente la unión simbiótica, inseparable, entre pensamiento y lenguaje. Nuestra lengua, el español, tiene alrededor de treinta mil palabras de las cuales apenas usamos cinco o seis mil. No obstante, especialistas aseguran que día a día se van empleando menos palabras. Este fenómeno se está manifestando mundialmente y constituye un hecho verdaderamente grave, porque nos advierte en qué medida estamos achicando el pensamiento.

Algunos sociólogos lo atribuyen a la informática, especialmente entre niños y adolescentes.

Posiblemente así sea. Pero la informática no tiene la culpa. De los incendios no es responsable el fuego, ni la electricidad de los electrocutados, ni las rutas de los accidentes viales. La tecnología no es buena ni mala, todo depende del uso que se le dé.

Las nuevas generaciones reducen a diario el lenguaje mutilando y deformando palabras. ¿Qué es lo que ocurre? Tratemos de ser objetivos. Las personas hoy mayores de cincuenta años pertenecen a la cultura de los lectores. Es sabido que la lectura tiene múltiples ventajas: obliga a concentrarse y evita la dispersión, desarrolla la imaginación.

Si se trata de narrativa el lector será el escenógrafo de lo que lee. Ruidos, sonidos, colores, vestimenta, paisaje, rostros, etc. serán creación del lector. Quien ha leído un cuento, una novela o un relato y luego ve una versión cinematográfica es posible que se decepcione. El adaptador y director o ambos en una misma persona puede o pueden ser excelentes profesionales, pero con una imaginación distinta a cada lector. En este caso usted.

Continuemos enumerando las ventajas de la lectura. Fija nuevas estructuras sintácticas. Enriquece el vocabulario. Acentúa la ortografía, de tal modo que quien no conoce o no recuerda las reglas, siente rechazo ante una palabra escrita incorrectamente.

Cualquier lector que lea la palabra mición, para referirse a misión o vocasión para expresar vocación, sin duda que sentirá rechazo y dudará. Es muy probable que esa misma persona desconozca o no recuerde la regla ortográfica para el uso correcto de la c o la s en las palabras terminadas en ción o sión, pero seguramente rechazará la palabra excurción o televición.

Teniendo la lectura todas estas ventajas, nos preguntamos: ¿Por qué cada día se lee menos? Las respuestas son muchas, pero hay un punto que creemos necesario evitar, y es el enfrentamiento generacional volcado hacia afuera.

Contraponer tecnología (computación, Internet, correo electrónico) a lectura. La informática digital es maravillosa, útil, permite un acceso rápido a todo tipo de información, establece comunicaciones casi inmediatas entre las personas, permite guardar datos y documentos en espacios ínfimos.

Recordemos el salto que significó, en casi todo el siglo XX, la máquina de escribir. Pese a ello, se desperdiciaba papel, las enmiendas y tachaduras llevaban tiempo y se hacía necesario volver a escribir una nueva página prolija. Las copias con papel carbónico, a veces eran ilegibles, etc. Una carta hacía necesario la concurrencia al correo, y el período de tiempo hasta que llegaba a destino. Luego el recorrido inverso con la respuesta, etc. Esto podía demandar días y hasta meses.

Hoy puede ser cuestión de segundos o a lo sumo minutos y desde el domicilio de cada uno. La búsqueda de un dato caía en la misma categoría. Búsqueda en bibliotecas, llamados telefónicos, archivos, etc. los cuales no han perdido validez.

Es decir, bienvenida la tecnología como lo fue la imprenta con caracteres móviles. Los enemigos de las computadoras personales de hoy deben parecerse a los resistentes a la imprenta de Gutenberg en el siglo XV y XVI. Claro, la imprenta posibilitó los escritos malos o perjudiciales.

Volvemos a lo anterior: la tecnología no es buena ni mala, depende del uso que aplique el hombre. Por eso resulta erróneo el enfrentamiento entre tecnología digital versus lectura. Ambas elecciones no sólo son buenas, son complementarias.

En cuanto al libro electrónico, es una cuestión de soporte técnico. La tinta y el papel son reemplazados por grabaciones electromagnéticas y pantalla óptica. Por mi parte, por mis hábitos y cultura, prefiero un libro de varios tomos frente a un libro electrónico donde caben cientos o miles de tomos en el bolsillo. Pero no me opongo a los adelantos técnicos. Que cada uno elija lo que quiera y no hay porque enfrentar un hábito con otro.

En lo que respecta a los correos con mensaje de texto y los correos electrónicos “fijos”, o no tanto, porque las notebooks o netbooks no son fijas, lo preocupante entre chicos y adolescentes, más que la mala escritura que ellos atribuyen al apuro es que no sepan la forma correcta.

Se trata de una nueva taquigrafía. (Taquigrafía, taquis, veloz, graphein, grabar), pero grabar en el sentido antiguo, grabar en madera, piedra o metal para luego ser copiado en papel. La taquigrafía, salvo en juzgados y cámaras legislativas, ya quedó en desuso.
Sin embargo por varias generaciones resultó útil en congresos, conferencias, periodismo, tareas comerciales, etc.

La diferencia reside en el hecho de que aquellos taquígrafos jamás hubieran hecho una carta de presentación, solicitud o lo que fuera en taquigrafía, sino escribiendo con una correcta sintaxis y ortografía. Eso es lo que falta a las generaciones más jóvenes. Que escriban con esa nueva taquigrafía como quieran, pero sin desconocer la “otra” escritura.
Ese es un gran obstáculo. Quizá la falta de lectura se deba a los tiempos de inmediatez, dispersión y exceso de ruidos generados por la mala utilización en los contenidos de las comunicaciones: Frivolidad, intrascendencia, y por sobre todo mediocridad.

Aquí la culpa tampoco es de la tecnología ni de los jóvenes. Sin duda que los adultos no hemos sabido o podido transmitir otros valores y además el poder de los medios de comunicación con modelos de adultos donde prima la vacuidad y lo mediocre. Esto no significa una negativa a la inevitable evolución del lenguaje. Lo grave es que no se trata de evolución sino de hibridación. Debemos hacer algo para revertir este catastrófico proceso antes que sea tarde. Nosotros los adultos tenemos la palabra.

En esta sección del blog (“Las palabras”), nos proponemos profundizar los orígenes etimológicos comparables, a la geografía y la historia del lenguaje.

A veces nos detendremos en alguna palabra por la importancia histórica de lo que significa o simplemente por su rareza de contenido y significado.

En nuestro idioma español, de una riqueza exuberante, la escritura se logra mediante la combinación de letras que forman palabras y estas forman frases que a su vez integran un discurso. Tenemos veintisiete letras de las primitivas veintinueve. Dos fueron suprimidas por la Real Academia Española (DRAE), se trata de la ch, llamada che, y de la ll, llamada elle.

Entonces, comencemos con la A.


Otto Carlos Miller