En estos tiempos de Aislamiento Preventivo Social Obligatorio x Covid 19, proponer simplemente prácticas culturales, ya es una ofrenda para el encuentro con un/a otro/a. Además, si se va tornando proyecto colectivo, situado en uno o dos barrios; conformado artesanalmente con lo que cada persona puede aportar, es enriquecedor…
El reconocimiento, es para Antonia, mi querida alentadora de prácticas culturales !!!!
Les vamos a contar nuestra mirada de una partecita de esas obras, que se expresan en ventanas, persianas… se plasman en préstamos de libros, adivinanzas con respuestas en otro lugar.
Por ejemplo: un día ponemos una adivinanza con frutas, y la respuesta está en una de las dos verdulerías cercanas (de Luis o de Lidia); si es con perros, en la peluquería de Ezequiel; otras, en el Kiosco de Dany. La primera vecina que aceptó el desafío fue Mara, nosotros pusimos la adivinanza en nuestra persiana, y la respuesta la llevamos a su reja. Les parecerá natural, pero su generosidad detonó también su preocupación por que el cartel se mantuviera en buen estado durante la semana que duraba ese juego. Y lo mismo ha pasado con otras y otros vecinas/os atentos a sumarse a distintos intercambios.
Así, se producen encuentros, conformando potencialidades o favorecedores de quien en este caso lee. Y en los tiempos que corren, eso es un montón…
Qué otra forma de manifestar riquezas culturales, que en la vecina que se siente convocada a entregar un cuento para “la persiana” que escribió, y “es la primera vez que lo va a leer alguien ajeno a su familia”. O en el lector que pide que le prestemos un cuento de Machado que no tenía en su biblioteca… También la señora que pide prestado un libro de juegos, porque con su esposo, ya están cansados de mirar TV, y mejor quedarse en casa haciendo algo “creativo”.
Y esos laburantes de treinta y pico, que se detienen a leer la adivinanza, preguntándose si la respuesta la van a predecir antes de llegar a la estación de Villa del Parque!! Me emocionan tanto como los preadolescentes que nos avisan que vienen adivinando “todas” los acertijos.
También colocamos trabalenguas… y allí van los/as niños/as avezados, desafiando a sus madres en soltar las palabras cada vez, con mayor rapidez.
Y hay mucho más para contar… Cómo cada uno/a da valor a la comunidad. Cómo se expresa colectivamente, “lo mejor de cada casa”, desde lo que aporta. Y ahí, tenemos que decirlo, la casa del Tata Cedrón y Antonia es nuestro faro, ellos son la expresión de, simplemente, algunas palabras que nos posibilitan continuar con la propuesta, agradeciendo el intercambio colectivo de la vida cotidiana: juegos, generosidades, creatividad, sabidurías, favorecedores, potencialidades, colores…
Sandra González