“Vino de visita el
tío Rodrigo, él vive en Alemania, y también está aquí exiliado. Lo hemos pasado
muy bien con él, es divertido y nos hace reír mucho. El toca la guitarra y me
cantó muchas canciones infantiles chilenas. Algunas las conozco, por el disco
de la Charo Cofré. Me trajo una muñequita de trapo chilota, y le puse Tití. Nos
contó que estuvo en Paris, y que quería ir a dejar un sobre al correo. Otros
exiliados le dijeron que en el metro había un correo así que fue para allá.
Pero no encontró el correo, sólo un letrero que decía “correspondance”. El
pensó que se trataba del correo, pero se le aparecían más trenes de metro.
Estuvo así, mucho tiempo, buscando el correo siguiendo todos los letreros de
“correspondance”. Lo que no sabía, era que “correspondance” significaba
“cambio de andén”, y no correo.”
Fragmento. Un exilio para mí. Cartas y memorias del exilio chileno, de Leonor Quinteros
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