Amiga:
Acabo de leer “La no verdad de Alejandro”. ¿Te conté que en el taller riojano cuando la Feria del
Libro decidí comenzar el mismo con "La inutilidad de los libros"? Y
mientras leía, mientras aún leía observaba con algún pedacito del ojo cómo se levantaban
y se iban tres adultos ofendidos, cómo se le ocurre, justo en este lugar,
semejante cosa, habrase visto, estos inventos porteños y alguna carajeada más,
que me perdí, porque no pensaba dejar de leer a Roberto. Mientras un pedacito
del ojo miraba como los adultos se iban hasta que el texto (cosa inevitable)
concluyó y adelante mío tenía ocho o nueve niñas de la edad de nuestras hijas
absortas, boquiabiertas, cerebroabiertas, lapicitos en mano, aplaudiendo a esa
señora (que era yo) que les pedía (en palabra de Roberto) que por favor por
favor por favor no se dejaran engañar por la boludez.
La literatura ES. Allí termina esa oración. Sujeto
y predicado. Verbo completo.
(...)
Maria Negro